lunes, 26 de abril de 2010

En defensa de la PUCP

La Católica es mi universidad. En ella estudié, hice amigos, hice familia, y ahoratrabajo y enseño como hace más de veinte años. No soy católico ni en general creyente, pero nadie me preguntó eso ni para entrar a estudiar ni para enseñar o trabajar.

La Católica es una universidad particular. Es secular a pesar de ser confesional, y es privada pero trata de ser universidad, cubriendo todas las áreas del conocimiento humano tanto como las distintas posiciones que estas áreas tienen. No siempre lo logra, hay que decirlo, y en más de un caso se le ha reclamado ser menos amplia de lo debido. Pero igual, es un sitio donde sabemos que podemos opinar, crear y discutir.

La amenaza que cierne sobre ella es clara. La vocación del arzobispo de Lima, que no ha participado de forma alguna de vida académica jamás, es controlarla, a nivel patrimonial primero pero también y sobre todo en lo ideológico. Tan simple como eso: no le gustan las posiciones de muchos de los profesores, sean éstas claramente incómodas a su perspectiva de vida, como más bien irrelevantes. No creo que mi particular interpretación del mundo y de la sociedad peruana afecte significativamente mi labor docente o de investigador, pero tampoco creo que le guste mucho. Los otros católicos, los divorciados, los homosexuales, y en general los que no viven o piensan según la estrecha interpretación que favorece, son las personas que reciben la atención del arzobispo.

Es claro que son otros los que están más amenazados: los dedicados a los derechos humanos, los filósofos que no aceptan amarrar su pensamiento a ortodoxias religiosas, los científicos sociales que no creen en un orden preestablecido e ideal de la sociedad, en donde todos sepan su lugar y lo cuestionen. Tras la posición del arzobispo hay una clara visión retrógrada, reaccionaria, sobre cómo debe ser la sociedad peruana; aparte de equivocada y de contraria a los cambios que la sociedad peruana ha sufrido, es profundamente antidemocrática.

Por ello, y a pesar de errores tácticos y estratégicos, y de discrepancias sobre la manera como la universidad misma es o ha sido gestionada, la premisa que guía mi acción frente a estos temas es clara: con sus fallas, sus defectos, sus argollas, su tendencia a cierto hubris respecto a su posición en la sociedad, sus decisiones de las que discrepo, lo que encarna la PUCP es una vocación de hacer universidad que va más allá de la "producción de profesionales" o del intelectualismo sin competición o verificación. La PUCP trata, con honestidad y dedicación, de ser una buena universidad, en el gran sentido de la palabra.

Que no siempre lo logremos no niega lo fundamental: lo intentamos, todos. Y de eso se trata el defenderla: queremos seguir intentándolo, ejerciendo la tolerancia, la creatividad y la discrepancia en el camino; por eso, no queremos a nadie que nos diga qué hacer, cómo invertir, o qué pensar. Esa es la pelea de fondo, y a pesar de haber perdido uno de los rounds, la intención es seguirla.

Y confío que la seguiremos no solo los profesores, los estudiantes, los empleados, los exalumnos. Confío que todos los que crean que al Perú le hacen falta instituciones que piensen nuestra realidad y que fomenten la creatividad, la tolerancia y el espíritu crítico, participen de la pelea.

Parafraseando el slogan: en esta pelea, bienvenidos todos.
-

viernes, 23 de abril de 2010

En el día del libro y el derecho de autor...

Pensaba escribir algo largo en el espíritu de mi post anterior sobre el tema, pero he tenido el placer de encontrar una editorial (leader) de The Economist, una revista insospechable de izquierdismo, que básicamente dice lo mismo que trato de decir. Vale la pena leerlo, pero cito una partecita (con traducción):

The value society places on creativity means that fair use needs to be expanded and inadvertent infringement should be minimally penalised. None of this should get in the way of the enforcement of copyright, which remains a vital tool in the encouragement of learning. But tools are not ends in themselves.

(El valor que la sociedad le da a la creatividad nos dice que el uso legítimo necesita ser expandido, y que las trasgresiones inadvertidas debe ser penalizadas lo mínimamente posible. Nada de esto debería impedir hacer cumplir la protección patrimonial de los derechos de autor, que sigue siendo una herramienta vital en la promoción del aprendizaje. Pero las herramientas no son fines en sí mismos.)

¿Más claro?
-

miércoles, 21 de abril de 2010

ACTA: el texto completo ha sido filtrado

Recordemos: el ACTA es una propuesta de tratado contra la falsificación de bienes que está siendo negociado hace un buen tiempo, y que ha creado zozobra en muchos círculos interneteros, por variedad de razones. Desde hace unos meses, partes del texto en discusión han sido filtradas, pero finalmente el texto completo ha salido al fresco, cortesía de la Comisión Europea. Falta información precisa sobre qué país propone qué cosas, pero no está mal, porque se supone que al fin, habrá debate público.

El texto tiene algunas mejoras con respecto a versiones anteriores, como apunta bien este excelente análisis de Ars Technica. El tono represor se ha bajado algo, pero sigue siendo muy agresivo. Lo más crítico, sin embargo, es la lógica tras esta propuesta.

Básicamente, estamos ante la lista de lavandería de las industrias de contenidos, que han llevado la legislación global de derechos de autor de la protección en equilibrio con el bienestar público, a la completa sumisión a los intereses de Big Content. En primer lugar, se pasa de la falsificación a la protección de derechos de autor, asumiendo que cualquier acto de copiado de contenidos es una falsificación. Esto es por lo menos, conceptualmente endeble.

¿Por qué hacer algo así? Porque de esa manera se logra que ACTA enfrente problemas que están regidos por leyes y tratados ya existentes, evitando tener que abrir la puerta para que, eventualmente, aparezcan actores con otros intereses. Tras ACTA está el interés de las industrias de contenidos de los EEUU de trasladar el marco altamente restrictivo de la DMCA al mundo entero, mediante el contrabando conceptual de utilizar a los países de la OCDE como palanca para forzar a los países de la siguiente etapa (incluyendo a aquellos donde hay más falsificación, como China, pero que no participan de la negociación de ACTA) a aceptar el marco jurídico de los EEUU.

Lo malo, es que el marco jurídico de los EEUU incluye cosas muy buenas, como el uso legítimo (fair use), que no está siendo exportado. Solo lo que le conviene a las grandes industrias lo está.

Ciertamente, nuestro colorido país no está participando, pero no me cabe duda de dos cosas: cuando el tratado se firme, el ansia de globalización de nuestros gobernantes los llevara a ponerse primeros en la fila para la firma, a cambio de algún tratado de libre comercio. Y más crítico: nadie debatirá esto cuando llegue el momento.

Ojalá me equivoque...
-

domingo, 18 de abril de 2010

La creación intelectual y el plagio

Una controversia bastante seria se está armando entre mi universidad y la Asamblea Nacional de Rectores, a propósito del plagio. El comunicado publicado el domingo 18 por la PUCP pone la situación así:
  1. Los casos de plagio, que en la PUCP son sancionados con un semestre de suspensión, son calificados como falta menor por el CODACUN, el Consejo de Asuntos Contenciosos Universitarios.
  2. El CODACUN califica al plagio como "comportamiento natural de los estudiantes"
  3. El CODACUN dice que "la enseñanza consiste fundamentamente en la repetición constante de ideas y formulaciones ajenas, omitiéndose muchas veces, por economía, las fuentes".
No me atormenta tanto como a la PUCP que hayan usado a la Wikipedia para basar sus opiniones: el escándalo es que una colección de ex-rectores y ex-decanos de facultades de derecho usen una enciclopedia, cualquiera sea esta, como base de una resolución administrativa. Ciertamente, lo más escandoloso es que se sientan capaces de decir lo que han dicho con entera naturalidad y no sean conscientes del ridículo, de la ignorancia, de la pobreza y estrechez mental, que muestran al decir las dos perlas que aparecen citadas en el comunicado de la PUCP.

Comencemos por lo básico: si la enseñanza universitaria existe, es para educar a sus estudiantes, no solo para transmitirles conocimientos. Es más, la idea moderna de universidad, que además se basa en la naturaleza colegial de la universitas medieval, es que se trata de una comunidad de académicos en permanente proceso de formación, en la cual algunos ingresan para no salir nunca, y otros van saliendo conforme adquieren las habilidades y conocimientos necesarios para la vida en sociedad y su desempeño económico. Claro está, la masificación de la universidad ha hecho que cada vez sean más los que viven la universidad como un paso, no como una decisión de vida, pero igual, las grandes universidades del mundo, y las que pretenden no ser malas, quieren construir su trabajo a partir de la noción de un grupo colegiado de académicos que van formando a nuevos talentos en la comunidad académica.

El reconocimiento de los aportes ajenos es la clave de esta comunidad: como dijo Isaac Newton, citando a Bernardo de Chartres, nanos gigantium humeris insidentes. Solo somos lo que los aportes anteriores nos permiten ser. Y el primer paso para reconocer este hecho, que lo que logramos se debe a que estamos subidos en los hombros de gigantes, es decir de dónde sale todo lo que tomamos, para identificar claramente lo que estamos aportando.

El aporte de un alumno en una monografía puede parecer ínfimo, pero no por ello es menos fundamental. Desde el primer trabajo que se hace al entrar a la universidad, hasta la tesis doctoral, o el libro teórico que refunda una disciplina, la secuencia es la misma: identificar lo que otros han dicho, construir sobre ello, y aportar algo nuevo. El reconocimiento de lo anterior es crítico porque permite destacar el logro personal; es decir, si no decimos que otros han llegado hasta la colina, ¿cómo podemos reclamar que estamos conquistando la ciudad? Porque es evidente que no podemos decir que todo lo hemos hecho solos. No citar por economía, es justificar la flojera, o la deshonestidad, pues en muchos casos el acto de plagio no es simplemente no citar, sino copiar descaradamente trabajos ajenos y ponerles el nombre propio.

El plagio entonces no es más que un reconocimiento de nuestra propia pequeñez intelectual, de nuestra incapacidad de decir nada nuevo. Plagiar es aceptarse mediocre y renunciar a intentar ser otra cosa.

Decir que el comportamiento natural de los estudiantes es el plagio, resulta una justificación ontológica de la mediocridad. Decir que la universidad debe aceptar este comportamiento y no hacer nada para combatirlo es aceptar que el Perú es un país mediocre y que no puede hacer nada al respecto.

Así estamos: en manos de mediocres que no ven más allá de la Wikipedia. Y luego nos asombra que Keiko pueda decir que está preparada para ser presidente por su obra social, o que el muertito capataz diga que las barbaridades que le está haciendo a Lima son lo mejor que se puede hacer, o que Humala pueda pretender ser de izquierda cuando no es más que un gorilón ensoberbecido. Si las autoridades universitarias son como los escribas del CODACUN, entonces, ¿por qué habría de esperarse algo mejor del ciudadano de a pie?
-