lunes, 31 de diciembre de 2012

2012 (5): Políticas públicas, o avanzando pero falta mucho...

El año que termina ha mostrado una gestión interesante en temas de políticas públicas. Por un lado, dos discusiones en pequeña escala pero interesantes, primero sobre el tema de la mal llamada "ley Beingolea", ahora en un proceso en camino y del que no estoy muy enterado por razones fuera de mi control, para la armonización de la legislación peruana respecto a la responsabilidad de los ISP frente a las normas del TLC con EEUU. El hecho que se trate de hablar de esto fuera del reducido círculo de conocedores, entusiastas y activistas, es un avance, mínimo, pero avance.

Al mismo tiempo el nivel de la discusión sobre la renovación de algunas concesiones de bandas móviles que tiene Telefónica / Movistar sigue llevado por una mirada populista antes que por un plan claro. Movistar no es querida por el público, pero tampoco lo es ninguno de los otros operadores; el retiro de las concesiones no significaría una automática avalancha de intereses de otros conglomerados, porque el mercado peruano tiene que ser visto en el contexto del mercado latinoamericano y está claro que muchos otros que operan en la región, cuando han podido venir aquí, no lo han querido. Finalmente, el proceso no es tan rápido. Es probablemente mejor extraer buenas condiciones de renovación de Telefónica que lanzarse a una piscina de nuevos operadores que quizá esté vacía. Que se puede regular mejor, que se puede exprimir más mediante estándares de calidad más altos, que se puede obtener mayor inversión en las zonas más pobres, todo es cierto. Pero es indispensable que quien se le pide esas demandas cuente con la capacidad de satisfacerlas, y más allá que Telefónica sea una empresa odiosa, es más viable pedirle a ella que se porte y exigírselo, que esperar a que un pequeño entrante acepte esas condiciones.

Por otro lado hay acciones interesantes en el Estado: contra las nuevas idas y venidas sobre la Oficina Nacional de Gobierno Electrónico e Informática, que siguen mostrando que nuestros funcionarios no tienen muy claro que hacer en este campo, hay intentos en Educación de ordenar el caos creado por el voluntarismo de OLPC, que finalmente no ha sido beneficioso ni realmente bien llevado. Encontrarle sentido a esa inversión es importante y ojalá se pueda rescatar algo de tanto dinero puesto en el terreno a través de un proyecto / programa mal diseñado que dependía de un equipo que nunca terminó de hacer lo que se suponía debía hacer.

Hay gente de calidad en Salud, en Osiptel. Todavía no hay muchas nuevas ideas en Indecopi, o en el mismo MTC. Nos falta imaginación para renovar las políticas, dejar de lado ideas fijas pero poco útiles como "sociedad de la información" para pensar realmente en qué necesitamos. El plan nacional de Banda Ancha, por ejemplo, no es malo, pero sí podría estar mejor fundamentado en datos empíricos peruanos sobre impacto y efectos multiplicadores de las telecomunicaciones y la informática.

Falta promover más acceso a información, en la forma de buenos programas de Open Data, de Open Access; estos últimos para mejorar la escandalosa falta de diversidad bibliográfica en las universidades, por ejemplo, que es el resultado de ausencia de políticas tanto como de falta de recursos. Falta trabajar más con gobiernos regionales que pueden tener dinero pero que no tienen personas para usar ese dinero en algo que no sea construir o financiar compras. Falta discutir, argumentar y promover intercambios sobre cómo mejorar el acceso a información concretamente en actividades específicas, como salud y educación, en donde hay programas y experiencias exitosas pero que por lo general no tienen mucha replicación.

Ojalá se pueda seguir avanzando el 2013. Hay bases y mejor gestión que en el gobierno anterior, sin duda, pero todavía mucho está pendiente.

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Aclaración: antes que alguien pueda pensar mal, solo quiero decir que no trabajo ni he trabajado para Telefónica, y que mi relación laboral de consultor es con Fundación Telefónica. Mis opiniones no son ni han sido influenciadas por Telefónica, con quien tengo un contacto tangencial en la forma de algunas notas de prensa y algunas oportunidades de conversar con funcionarios de la empresa.

domingo, 30 de diciembre de 2012

2012 (4): ¿dónde está la plata?

No es que Facebook esté a punto de quebrar, pero el fracaso de su OPA fue apuntó al problema de siempre: nadie sabe cómo hacer negocio sin crecimiento constante. Ese patrón emergió en los noventa, cuando ideas desde brillantes hasta discutibles (e-bay o pets.com, digamos) se fundamentaron en el crecimiento de su base de consumidores para crear valor a través de su presencia comercial, la que inevitablemente permitiría establecer modelos de negocio en el futuro mediato. E-bay lo logró, pets.com no, pero en el camino ambas, así como muchas otras, quemaron mucho capital de riesgo y colaboraron con la creación de la burbuja de los puntos com de 2000.

Sin duda no es el caso en estos tiempos, porque por un lado Facebook se traga mucho del tráfico de la Internet actual; la Internet misma está madura y las innovaciones no son tan obvias, como poner una tienda para mascotas, y esto hace que sea necesario pensar un poco más el modelo de negocios y ser creativo para proponer algo distinto en serio. Pero esto no hace que los resultados sean mucho muy distintos.

La garantía de éxito financiero sigue siendo que te compre uno más grande. Instagram, vendida por una suma absurda a Facebook, es un ejemplo perfecto de una idea interesante pero que no logra un modelo de negocios: el público no está dispuesto a pagar porque no está acostumbrado a pagar, la idea es relativamente fácil de replicar con ligeros cambios, el producto es caro de mantener y de actualizar constantemente relativo a los ingresos que consigue. Por cada Rovio y su interminable serie de pajaritos empinchados, hay una Zynga a la que las granjas no le producen suficientes ingresos para dejar la categoría "en peligro de desahucio".

Y por otro lado, como el Economist saludó hace unos números, los creadores independientes pueden encontrar salidas propias, como en el caso del dibujo humorístico, donde XKCD, lento pero seguro, muestra que manteniendo costos bajos, un diálogo inteligente con sus lectores y alta calidad, se puede tener éxito no solo moral, sino también económico. No es para todos, pero en general, el éxito no es para todos.

La e-conomía, o la economía digital, sigue siendo complicada. Los consumidores son inconstantes, son demandantes y sobre todo, son tribales, agrupándose en pequeñas aldeas en donde se consume apasionadamente, sin límites y muchas veces sin consideración alguna sobre los derechos intelectuales y patrimoniales de los creadores. Esta pasión tribal es fantástica si se logra un equilibrio entre la oferta y su financiamiento a través de una serie de mecanismos, que incluyen costos bajos. Pero puede ser fatal intentar el éxito sin mucha flexibilidad y sobre todo, asumiendo que lo único necesario es crecer y crecer en usuarios. El dilema de Facebook, que está llegando a un límite de crecimiento en su sitio web y que no puede depender tanto del avisaje en su versión móvil, es el mejor ejemplo: tarde o temprano tendrán que hacerse la pregunta sobre cómo sobrevivir con ingresos planos pero con demandas de sus consumidores cada vez más intensas. ¿Podrán?

A ver qué pasa el 2013... gigantes en riesgo, PYMEs en crecimiento, y siempre alguna "nueva novedad" que puede alterar toda la ecuación.

viernes, 28 de diciembre de 2012

2012 (3): Big Data y la necesidad de interpretación

Cada vez hay más datos. Se los genera a partir de las interacciones digitales, y también porque hay demanda por ellos. Desde el periodismo encuesteril que se practica en el Perú, hasta la agresiva búsqueda de un uso monetizable de todos los datos que tiene Facebook, la abundancia de datos se está convirtiendo en un problema, por dos razones.

Primero, porque la abundancia es en muchos casos pareja de la granularidad. Los datos son precisos, pero es difícil agregarlos en un conjunto que cobre sentido; esto debido a que la recopilación de datos es cada vez más una actividad privada con fines precisos, y por lo tanto se la usa para eso, para los fines precisos, pero es sugerente tenerlos y se busca manera de sacarles el jugo. Desde campañas políticas como las de EEUU hasta seguimiento y rankeo de retuiteos con Klout, cada pedacito parece ofrecer una historia chiquita, pero la suma de pequeñas historias no da una gran narrativa. Un buen ranking en Klout no es lo mismo que muchos likes en Facebook, así coincidan. ¿Qué quiere decir cada uno? Y peor todavía, ¿qué quieren decir en conjunto?

Es posible que nunca lo sepamos, pero la ignorancia no siempre nace de la falta de teoría sino de la vocación por prescindir de cualquier marco interpretativo, o incluso de un mínimo de prevención respecto a la fragilidad inductiva que nace de la fragmentación de los datos. Dos encuestas dicen algo ligeramente distinto, y dos personas optan por leerlas de maneras opuestas. Terminamos discutiendo no sobre la realidad sino sobre dos construcciones sesgadas, metodológicamente incontrastables, de un fragmento de la realidad, pero con la convicción que antes se reservaba a las verdades reveladas.

Una lección poderosa del 2012 es que un mínimo de claridad epistemológica es mejor que la ausencia de teoría, o que su opuesto, la abundancia de teorías pret-a-porter propias de estos tiempos de meta-ultra-pos-modernidad líquida. Nate Silver, el nerd del año, lo demostró al ser riguroso para crear un marco interpretativo a partir de las abundantes encuestas electorales en los EEUU, y su consistencia le permitió llegar a buen puerto cuando todos parecían empeñados en lecturas parcializadas y caóticas de pedacitos; la búsqueda de patrones a partir de un mínimo de rigor y algo de escepticismo sigue funcionando.

Esa es la lección sobre la big data: seguimos necesitando rigor epistemológico para aplicarlo a los datos que asumimos han sido recogidos con rigor metodológico pero poca vocación de interpretación clara; los pedazos mismos no sirven, necesitamos el conjunto.

jueves, 27 de diciembre de 2012

2012 (2): El año de la tableta

Nada se compara. Ni los avances de Apple con su versión retina, ni Windows 8, ni los phablet (teléfono casi tabletas), ni el colapso de Blackberry, ni el anunciado fin de iDen / Nextel. La tableta es la historia del año como no lo fue desde el 2010, y más todavía.

En primer lugar, el 2010 fue el año del iPad, que inventó una nueva categoría ahí donde nadie había podido pasar de coqueteos y márgenes de los márgenes. Por dos años, el iPad fue el sinónimo de una tableta (por favor, no hay necesidad de decir huachafa/alienadamente tablet), y las versiones menores tipo las cositas que sacaba Lenovo o las que venían con La República eran wannabes, cosas para aquellos que no podían acceder al producto verdadero. Los patéticos desastres de HP o de Blackberry al tratar de competir con Apple fueron señal que no valía perder el tiempo con alternativas al gigante de Cupertino.

Pero este año se han consolidado tres alternativas y surgió algo que podría quizá madurar en algo decente en el futuro. Primero: Samsung, en medio de la enorme confusión producida con su diversidad de productos Galaxy, ha creado una opción aceptable basada en Android. Luego, Google lanzó su propia tableta, la Nexus 10, que finalmente logró ser lo suficienmente decente como para competir con los grandes, y no quedar como el teléfono de Google o el Google TV / Nexus 7 como abortos incompletos; falta para saber si el poder de Google bastará para convertir a la Nexus 10 en una plataforma realmente competitiva, a diferencia del verdadero gigante.

Amazon lanzó hace varios años su producto estrella, el Kindle. El primer Kindle ha ido cambiando hacia una serie de opciones mucho más simples, que claramente testimonian la paciencia de Amazon para desarrollar una plataforma desde errores iniciales hacia una combinación de funcionalidad, tamaño y oferta de contenidos adecuada para muchos. Desde los modelos básicos que en mercados desarrollados son casi una compra de impulso, a 70 dólares, hasta el Paperwhite, la plataforma perfecta para los ebooks domina un mercado en crecimiento.

La gracia fue la decisión de Amazon de entrar a competir de manera más directa con Apple con una tableta full service, la Kindle Fire HD, que sirve no solo para leer libros, sino para consumir todo tipo de contenidos disponibles en los servicios de Amazon. Esta empresa subsidia el Kindle Fire hasta casi llegar a precios de dumping: parece ser que la venden al costo de los componentes, ni siquiera del ensamble. Claro, la lógica de Amazon es exactamente la opuesta a Apple: si para la manzana el negocio de venta de contenidos es simplemente una palanca para vendernos equipos, para los de Seattle la cosa es vendernos contenidos como lo hacen desde ya casi 17 años, de manera que perder plata con el hardware tiene sentido.

El resultado es claro: es posible pensar en un mercado competitivo, pero altamente fragmentado, de tabletas que abarca al mundo pero que se basa fundamentalmente en jardines amurallados, donde todo el contenido comprado solo sirve para una plataforma. Apple, que ha optado por ser agresiva con una renovación del iPad a mitad de ciclo y un producto como el iPad mini, que compite directamente con el Nexus, alguna de las muchas Galaxys Tab y el Kindle Fire, sigue siendo el lider, pero no tiene nada asegurado. Año interesante, el 2013: Apple tiene que innovar con algo realmente novedoso si no quiere quedar con uno de cuatro.

¿El quinto en el negocio? Microsoft lanzó una verdadera innovación, la Surface, que se propone ser una tableta que puede convertirse, para efectos de productividad, en una laptop, llegado el caso. La idea es buena, el producto mediocre, según el consenso de los que lo han revisado. Lástima, sería interesante algo como Surface en vez de pensar en si vale la pena llevar una computadora para hacer todo lo que se quiere hacer, o apenas una tableta por comodidad aunque sea limitado.

Ni la Nube ha sido tan importante este año. La integración entre la Nube y las plataformas de las tabletas es el nuevo horizonte, y Apple tiene algo más de ventaja que sus rivales dado que tiene todo el ecosistema iTunes y a la Mac de su lado. Veremos.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Cinco ideas sobre el 2012 (1): El Activismo digital, de los éxitos a los fracasos a las preguntas

Más que un balance de fin de año es una mención de cosas que me llaman la atención a pesar del tiempo transcurrido, a ser publicada en cinco partes a partir de hoy.


El año se inició con los espasmos finales de la primavera árabe y fue acompañado por el éxito anti SOPA / PIPA, que pareció indicar que estamos ante un nuevo escenario, una posibilidad de acción colectiva global, al menos en ciertos ámbitos, que impida que las nociones menos agradables sobre la Internet y la vida digital emerjan triunfantes. El año termina con un panorama claramente más turbio, donde el activismo parece alcanzar sus límites y los estados se reafirman como actores agresivos, al mismo tiempo que el futuro de la Internet parece al menos confuso, sino directamente conflictivo.

El triunfo del activismo frente a las propuestas SOPA y PIPA resultó de la alianza entre grupos organizados de usuarios con intereses claros de empresas y organizaciones consolidadas, interesadas en evitar que se las perjudicara; la coincidencia fue fundamentalmente táctica, pero ofrecía algunos elementos estratégicos comunes. Para Google o Facebook, tanto como para la Wikimedia Foundation o para la Electronic Frontier Foundation, una Internet sin grandes limitaciones legislativas y donde el principio de responsabilidad del usuario final y no del intermediario en cualquier caso de transgresión de derechos de autor, es fundamental. En otras palabras, las industrias digitales se encuentran en el mismo sitio que los activistas, no porque busquen lo mismo sino porque quieren un entorno propicio.

Pero en realidad la discusión sobre el control en la Internet se ha transformado, con cada vez más claridad, en los últimos años. Si hasta el 2010 se trataba sobre todo de controlar la acción de individuos consumidores, a partir de las disputas por el derecho de autor, ahora se ha reavivado el debate sobre la la búsqueda de control estatal de todas las formas de transacción en la Internet, no solo el consumo. No solo los intentos, no tan claro en su éxito, del gobierno islámico de Irán para crear su propia Internet, sino también el cada vez más alto número de pedidos administrativos de seguimiento de datos por parte del gobierno de los EEUU, y la propuesta desde algunos países autoritarios para aumentar el control estatal del sistema de nombres y números de la Internet, que no llegó a ningún sitio en la reunión de la UIT en Dubai, este diciembre.

En otras palabras, la discusión sobre el control no parece centrarse en los consumidores sino el rol de los estados y la protección de sus intereses. Los ciudadanos parecemos cada vez menos cubiertos en este contexto, y fracasos como el de Wikileaks son señales de oportunidades perdidas en el lado menos interesante del activismo, no solo para los periodistas sino para la idea más grande de la Internet como un espacio igualador entre los grandes actores políticos y los individuos, que encuentran nuevas formas de asociación y por ello, nuevas formas de acción.

El debate a corto plazo sigue siendo el mismo: ¿cómo gobernar la Internet? Mientras a los EEUU le interese, mantendrá la promoción de las libertades individuales a nivel global junto con el seguimiento y vigilancia post facto como políticas que no por contradictorias dejan de ser coherentemente llevadas. Otros países pedirán el control de las transacciones a priori, y el desplazamiento de la Internet desde su actual confuso status de actor semi local, semi global, semi privado y semi público, a una clara red bajo control estatal, de preferencia en un marco multilateral que sea fácil de alejar de la discusión pública. Mientras tanto, habrá que seguir pensando en cómo hacer para aprovechar la riqueza de la Internet sin que se vuelva campo de batalla, figurativa o literalmente.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Cinco ideas sobre la revocatoria

1. La separación conceptual entre "revocatoria" y "elección" no parece ser muy clara para el grueso de la población. Se ve a la revocatoria como la oportunidad de retirar a una alcaldesa que no te gusta, para luego escoger a otro alcalde. Esto es completamente consistente con la manera como se elige autoridades en el Perú: contra alguien, no por alguien.

Se supone que la idea tras la revocatoria no es adelantar elecciones en etapas, sino impedir que alguien haga daño a una comunidad a través de acciones perniciosas o delincuenciales. Villarán puede ser considerada como una mala alcaldesa, pero no es ni perniciosa ni delincuente; y sin embargo parece bastar la evaluación sesgada sobre su capacidad de gestión para encontrar justificaciones para votar por sacarla.

¿Cómo enfrentar esto? Supongo que debe haber un grupo relativamente pequeño pero potencialmente importante al que se le puede convencer con el argumento de no mezclar la revocatoria con las elecciones, y que la democracia requiere cumplir las reglas, incluyendo los plazos de gobierno. Pero definitivamente se trata de un argumento muy sutil, que va contra la cultura política del país.

2. El problema no es que Lima no pueda parar: es que se tiene que convencer a una respetable cantidad de ciudadanos que Susana Villarán la está llevando en la dirección correcta. Es perfectamente plausible que alguien acepte el argumento sobre la necesidad de no parar y opte por votar por el sí, porque sería la manera de garantizar que Lima no pare, a diferencia de su estado actual en que está parada, o dedicada a sonseras.

El argumento además asume que los ciudadanos aceptan que la salida de Villarán traerá el caos, lo que postula que estamos en un estado de construcción de orden, lo que es más bien optimista; que el orden es bienvenido por todos, lo que es todavía más optimista; y finalmente que los intereses individuales deben ser postergados por el bien común, lo que es wishfulthinking hasta que no se demuestre que es mejor así que de la manera a la que nos hemos acostumbrados.

No ayuda nada que no se anuncien nuevas grandes obras con el cuño de Villarán: ¿dónde están las nuevas rutas del Metropolitano? ¿dónde están los túneles y puentes que sean su idea? Todo aparece como la herencia de Castañeda, que no es cierto, y ciertamente no basta con hacer puentes o túneles, pero igual, es lo que muchos piden casi por inercia. Un pequeño parque en vez de la Parada es precisamente lo opuesto de eso que se espera como gran obra, realistamente.

3. La cuestión de la corrupción es descartada por mucha gente con extrema facilidad, porque se asume que el acto de revocarla no traerá una elección inevitable de los corruptos que promueven su revocatoria. Es fascinante comprobar como se racionaliza tanto la tolerancia a la corrupción como en este caso: el argumento que he escuchado varias veces es "sí, los que promueven la revocatoria son corruptos; no importa, porque Villarán es una incapaz que debe salir; luego elegiremos alguien mejor, que no sabemos quién es pero que no será ni corrupto ni incapaz; sí, los corruptos postularán, y quién sabe a lo mejor ganan, pero igual nos libramos de la incapaz: eso es lo importante".

4. Hay varias dimensiones complicadas en el deseo de revocar a la alcaldesa que son muy difíciles de tratar políticamente sin complicar más las cosas. Hay sexismo, pero si se lo menciona se corre el riesgo de convertirse en víctima; hay anti-intelectualismo, en la forma de "gente que no ha hecho nunca nada, no más hablar", pero combatirlo no es cosa de un par de meses; hay individualismo que lucha contra la noción de orden como bien colectivo, pero promover esto último refuerza el argumento que ella, que nada ha arreglado, va a joderme a mí para un logro poco claro que realmente no mejorará nada pero que sobre todo me joderá a mí, que estoy jodido y que por lo tanto no me merezco una alcaldesa que en vez de hacerme la vida más fácil se pone filosófica y trata de arreglar el mundo, que no tiene arreglo.

En otras palabras: en una cultura política en la que la acción colectiva es vista como una pérdida de tiempo, es muy difícil para alguien que tiene como mensaje principal la idea de comunidad no ser considerada como una marciana.

5. En el fondo, la cuestión es dejar las abstracciones y enfrentar el asunto de fondo: Susana Villarán tiene que ganar la confianza de entre 10 y 15% de los limeños para seguir siendo alcaldesa, y eso no se hace a través de terceros, de buenas ideas, de acciones interesantes en campos de relevancia política menor, de educación política, o de cualquier cosa que no sea el acto de decirle a la cara de los limeños por qué es mejor continuar con ella en vez de buscar alguna alternativa difusa. Si no se hace eso, lo más probable es que la melange de flojera intelectual, inercia, sexismo y pendejada que alienta la desaprobación triunfe. El gran problema es que no hay una estrategia para lograr ese 15%, sino varias posibles. Complicado, caro y muy exigente en términos de tiempo.

Ojalá lo logren, la verdad. Con todos sus defectos, prefiero a esta Municipalidad que al muertito capataz de obra que tuvimos, o al individuo al que llamaría Ali Baba si no fuera porque los insultos étnicos no se usan más...

martes, 4 de diciembre de 2012

La cultura digital y la identidad: de regreso a nerdlandia

Hace cinco años me hice la pregunta identitaria básica, que en realidad creo sigue sin respuesta: ¿soy un geek, un hacker, un nerd o un friki? Me sigue interesando, por dos razones completamente distintas. Por un lado, porque muchos se identifican con los elementos generales de las subculturas digitales que pueden asociarse con el nerd o el hacker sin necesariamente serlo. Por otro, casos individuales de visibilización de nerds exitosos o por lo menos interesantes (Nate Silver en la vida real, Big Bang Theory en televisión) llevan a cierta popularidad de la idea que al final, sin importar tu falta de contacto con las modas o las tendencias socialmente aceptables, los marginales triunfarán.

Como planteó memorablemente John Hodgman en 2009, el triunfo de Obama parecía ser la venganza de los nerds; esto bajo la lógica más tradicional de la oposición entre jocks y nerds: Bush era un jock, alguien cuya confianza estaba sobredimensionada, que todo lo ponía en términos de competencia, y que valoraba una actuación masculina por encima de todo. El nerd en cambio asumía que el mundo es complejo, que la observación es importante, y que no siempre se puede ganar en todo.

Durante la elección presidencial reciente, los medios de EEUU insistieron hasta el último minuto en que las cosas estaban peleadas y que realmente no se sabía quién podía ganar; por su lado, Nate Silver, un nerd estereotípico (bajito, cara de mongo, niño genio en matemáticas, judío y gay) había construido un modelo estadístico que básicamente decía que Obama no iba a tener problema alguno para ganar y que realmente la elección jamás estuvo en disputa. Demás está decir que a pesar de los insultos sobre su masculinidad y el reclamo de muchos periodistas sobre que su "instinto" o "sus tripas" les decía que la cosa estaba imposiblemente peleada, el nerd ganó.

Un nerd entonces es alguien que tiene habilidades intelectuales superiores, que por esas cosas de la vida suelen ser identificadas además con ciertos gustos y debilidades: el nerd parece tener poca capacidad social, lo que es más reflejo de la manera como funciona su cabeza que una condición para ser nerd; revisando la biografía de Stephen Hawking, el epítome del nerd, vemos que era tan capo intelectualmente que no iba a clases y realmente no se esforzaba nada, y se dedicaba al vacilón. Comportamiento de jock, en realidad, pero en su caso porque su cabeza estaba más allá de la de cualquiera de sus semejantes.

En otras palabras: ser una bestia en las relaciones sociales y refugiarse en ciertas formas culturales no te convierte en nerd, sino que te permite conocer nerds porque ellos terminan ahí por sus propias razones. Un nerd puede ser aficionado a Viaje a las Estrellas, pero también puede ser músico: Bach es un ídolo común de muchos nerds, porque su música es una mezcla increíble de racionalidad y sentimiento, y apreciarla plenamente requiere no solo gusto sino también inteligencia y preparación musical. Hay pocas cosas más nerds en la historia de la civilización humana que la Ofrenda Musical, y tal vez pocas cosas llegan a las escalas de belleza que alcanza esa colección (si no me creen, escuchen esto, que se basa en una adivinanza musical que jamás fue resuelta).

Lo que tenemos ahora más que nerds, es abundancia de geeks, entendidos estos como interesados en actividades minoritarias y algo extrañas (a partir del origen de un geek como un fenómeno de circo). Digamos que un geek debe tener un prefijo: AV Geek, Comic Geek, Computer Geek; recordemos que en japonés el término equivalente es otaku, que se usa en el resto del mundo para definir a un geek de lo massmediático japonés: anime/manga, por ejemplo.

Es decir, la materia de interés define lo que uno es. Un buen nerd puede ser además geek de muchos temas, e incluso puede incorporar otras cosas como el cosplay, pero estas son manifestaciones de intereses sin que definan al nerd como tal; el cosplayer puede ser simplemente eso, es decir alguien aficionado a vestirse de ciertos personajes, lo que hace cercano o afín a muchas subculturas, pero no lo vuelve un nerd.

Hay un término español que sirve como parteaguas: el friki no es más que un consumidor de los productos de las subculturas que podríamos agrupar genéricamente bajo el término "geek": desde la ciencia ficción hasta el anime, la frikitud se define por el consumo, no por cuestiones intelectuales. Genericamente podría mezclar a nerds con hackers, geeks, otakus y cosplayers, pero esto no hace que todos sean realmente lo mismo.

Ahí yace el problema de Big Bang Theory: presenta a un conjunto de nerds pero los define por sus particularidades de consumo cultural. Leonard Hofstadter (el apellido es una referencia profundamente nerd) toca el chelo, pero también se viste de piloto de Galactica; lo que es más divertido es el cosplaying, antes que el hecho que pueda interpretar a Bach. Ergo: se refuerza la supuesta asociación entre el consumo y las características intelectuales.

Por ello, creo que está claro que los nerds, y su variante informática más precisa que son los hackers, son algo muy distinto a todo lo que comienza a partir de geek. Sin nerds no habríamos llegado a la Luna, y es apenas un accidente que muchos nerds sean aficionados (supongo, no me consta) a los comics. A la inversa: que los geeks de los comics se emocionen con el Curiosity no los hace nerds, los hace personas con una sensibilidad favorable a las actividades científicas, pero no necesariamente capaces de trabajar en el JPL como Howard Wolowitz, salvo como encargados de la limpieza.

No soy nerd, aunque me hubiera gustado; me encantaría poder tocar siquiera el triángulo en una interpretación del Ricercar a 6 de Bach, o corregirle las ecuaciones a un ingeniero en el JPL, pero ambas cosas están fuera de la cuestión. Me gusta la ciencia ficción, ligeramente la fantasía estilo Señor de los Anillos, pero prefiero leer a Pamuk o a Tom Sharpe que comics, porque me hacen más feliz nada más.  Soy algo geek, pero no andaría con una toalla menos de lo que me pondría una insignia de Star Trek, y ambas colecciones de obras son y serán parte importante de mi vida. Tampoco celebraría el día del orgullo friki, porque lo que realmente se debe celebrar ese día es el día de la toalla :)

Pero supongo que si puedo escribir algo como esto... es porque soy más geek de lo que quisiera admitir.